martes, 20 de octubre de 2009

Escritura autobiográfica II

Era una tarde de invierno, como de costumbre, yo andaba dando vueltas en bicicleta con una amiga, cerca del cementerio; Cecilia, mi amiga, me llevaba en el manubrio, y como la mayoría de las veces veníamos asustadas, mirando para todos lados, porque siempre que pasábamos por ahí escuchábamos ruidos extraños, gritos, aullidos. En eso, por querer asustar aún más a Cecilia, grité muy fuerte y la tomé de la cintura. Nos caímos en la puerta del cementerio, en la de entrada, se nos dió vuelta la bici, y cayó arriba de ambas; en eso comenzamos a ver sombras, que se movían para un lado y para el otro, fue un momento de mucha desesperación, nos dió miedo, nos subimos a la bici y no volvímos a dar vueltas por ahí, y mucho menos de noche.

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